Durante décadas, se ha debatido sobre la dieta de los pueblos aborígenes de Canarias, en tiempos anteriores a la Conquista. Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en los últimos años, han permitido despejar algunas dudas sobre este tema.
Se han empleado nuevas técnicas químicas para la reconstrucción de su dieta. Los alimentos contienen elementos químicos (estroncio, zinc, calcio, selenio…) que tras ser ingeridos se almacenan en los huesos en concentraciones variables. Determinando sus cantidades en los fósiles encontrados se puede reconstruir la dieta del individuo.
Así, niveles elevados de estroncio sugieren un régimen predominantemente vegetariano, y lo mismo ocurre con el manganeso, magnesio, cobalto y níquel. Por el contrario, niveles elevados de cobre, zinc, molibdeno o selenio se asocian a una dieta rica en proteínas animales.
En líneas generales, podríamos decir que los antiguos pobladores de las Islas Canarias llevaban una dieta equilibrada y una vida activa.
La carne, productos lácteos, leguminosas, frutas, tubérculos y productos del mar, formaban parte de su alimentación, aunque no siempre en las mismas proporciones. En la vertiente norte de las Islas Canarias el consumo de vegetales era más elevado mientras que el sur era más ganadero y se consumía mayor cantidad de carne.
Consumían preferentemente carne, leche y derivados lácteos (queso y manteca). La importancia de la ganadería para la población aborigen era tal, que la mayoría de sus guerras y peleas eran por robos de ganados o por adentrase en los dominios del otro.
En menor medida, se alimentaban de la recolección de plantas cultivadas o salvajes, cereales como la cebada o el trigo, leguminosas como las lentejas o habas, semillas, polen de tejo o brezo y frutas, peces como la vieja, el sargo, la cabrilla o la morena, moluscos, crustáceos y productos como el gofio. La carne procedía de cabras, ovejas y cerdos principalmente. Los frutos de la palmera canaria también se han recuperado de distintos enclaves prehispánicos.
Estudios recientes han demostrado que los aborígenes canarios también practicaban la arboricultura, cultivando especies como la higuera.
De forma esporádica y en épocas de escasez consumían lagartos, aves, felinos o roedores como una raza de rata gigante hoy extinta que alcanzaba el tamaño de un conejo.
Para determinar la dieta de las poblaciones aborígenes de Canarias se han identificado restos de animales y plantas (huesos, conchas, semillas, etc.) recuperados de los lugares arqueológicos (cuevas, aras de sacrificio, yacimientos funerarios). Se ha estudiado la dentición y sus patologías o el desgaste dental, que son buenos indicadores del tipo de alimento que consumían.