A lo largo de toda la Historia de la Humanidad, hemos contemplado el Universo con auténtica fascinación, tratando de descifrar sus secretos en todas las épocas.
Los antiguos pobladores de la Gomera, no fueron menos, siendo considerados grandes observadores de los movimientos del Universo y en su afán de coordinar las acciones terrestres con las celestes, dejaron constancia de sus observaciones astronómicas y de sus ideas sobre el cosmos en la orientación de sus construcciones y en la iconografía de sus ritos.
Se ha confirmado, entre otros, el culto a las estrellas Canopo y Sirio, tanto en el momento de su alineación frente a la misma cueva, como en el momento de los ocasos, especialmente espectacular el instante en que Sirio se oculta por detrás del Roque de Agando.
Los estudios científicos realizados en la cueva Las Toscas del Girre, en La Gomera, han puesto de manifiesto que la cultura astronómica de los antiguos pobladores de la isla, era rica y compleja, identificaban los astros y extraían conclusiones que les permitían elaborar calendarios de gran precisión. Su vida, guardaba relación con el calendario astronómico.
Esta pequeña cueva que se asoma al Roque de Agando, sobre la ladera de un barranco a 500 metros de altura, es una auténtica joya arqueológica. A pesar de su pequeño tamaño (apenas 6 metros de largo y 2 metros de altura máxima), alberga cientos de claves para entender la sabiduría astronómica de los antiguos pobladores de La Gomera. Conserva el mayor panel de escritura líbico-bereber del Archipiélago y una treintena de cazoletas…guardando la prueba de que los gomeros eran verdaderos astrónomos con una técnica de lectura de los acontecimientos de la naturaleza muy precisa.
Una de las paredes de la gruta presenta un orificio circular excavado en la roca. Un observador situado en el interior de la cueva puede ver a través de dicho agujero una pequeña franja del horizonte montañoso al poniente de la Isla. Las investigaciones, han puesto de manifiesto, que dicha franja está centrada en el lugar por donde se pone el sol en el solsticio de invierno. El orificio, actuaría como un visor que marca la puesta solsticial vista desde el interior de la cueva.
En un estudio de campo practicado en esta cueva, un 22 de diciembre (día de solsticio de invierno), se constató como los antiguos gomeros observaban y medían el movimiento del sol en el horizonte: a la caída del sol, por el agujero practicado en los muros de piedra de la cueva, penetró un rayo que, recorriendo el fondo de la gruta y subiendo por la pared, iba a depositarse en una cazoleta excavada en la roca expresamente para recogerlo “un marcador solsticial”. El rayo de sol despareció en la cazoleta (elemento típico de la cultura aborigen) en el momento en que expiraba el día.
El punto por donde sale o se pone el sol cada día se mueve a lo largo del año entre dos extremos, alcanzando su extremo sur en el solsticio de invierno (22diciembre) y su extremo norte en el soslticio de verano (21 junio). El estudio de dichos extremos permitió a los antiguos gomeros establecer un calendario solar acorde con las estaciones y además sincronizar el calendario solar con el lunar solar formando la base de un calendario lunisolar estable.
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